"La dignidad será anticapitalista y tendrá rostro de mujer"

Las instituciones no sólo son de concreto

El feminismo radical es ante todo, constructivista en su comprensión de la realidad (del sistema, del mundo, de los sexos) entendiéndola como efecto de procesos interrelacionados e históricos, con ideas preconcebidas, donde lo social es un elemento activo, basal y crucial en la concepción y conformación del mundo como lo conocemos.
Por obvia que sea esta aclaración, es necesaria esta base para comprender que hablar de "lo social" se vuelve redundante, puesto que todo lo que tenemos a nuestro alrededor es efecto de un sistema social que lo conforma (en los casos más obvios) y que lo permite como idea o categoría para comprender cierto recorte (en los casos más aparentemente puros y objetivos del conocimiento). Decir "institución social" "sistema social" es pleonasmo: toda institución es per se, social, todo sistema es per se, social (y todo lo social es, como sabemos, político), y que en resumen: no existe porción del sistema aislado de la complejidad de la psiquis humana, lo social y por tanto, de maldita (o bendita) política.

Como asumimos que las instituciones no se dan aisladas, y que tampoco son solamente esos edificios que encapsulan señores de traje, en su lugar los proponemos edificios ideológicos que pautan prácticas y consensos, construyendo y reconstruyendo límites, ideales, objetivos, retroalimentándose a sí mismos, produciendo y reproduciendo política y status en este amplio entretejido (social) en el que nos movemos las humanas.
Por ejemplo; cuando hablamos de la "salud" también hablamos de una institución, que no es inocente, que tiene ideas preconcebidas ("los varones son la medida de lo humano", "los síntomas son signos de procesos internos", "los efectos secundarios son un mal menor"), que apuntan a ideales ("bienestar" quizás entendido como capacidad de rendimiento, quizás supresión de síntomas, etc), que está constantemente focalizando, priorizando e ignorando.
Lo mismo sucede por ejemplo, con la institución del matrimonio e igualmente con algo tan amplio y manoseado como el "capitalismo" donde particularmente me quiero detener¹.

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Pareciera que aquí las aguas cambian, y surgen comentarios con una aceptación que me rehuso a normalizar como: "El capitalismo es una doctrina económica solamente, nada tiene que ver con la liberación de la mujer" o "la izquierda también..."

Capitalismo y patriarcado, una relación filial ²

Está bien, el capitalismo como institución nos parece enorme, implacable, antiguo y en constante modernización a pesar de ser un resultado histórico bastante reciente (S. XVII), pero convengamos que es el efecto de verlo reflejado en maquinaria compulsiva, mucho dinero, novedades materiales y en países que nos parecen, desde la ingenuidad y la xenofobia latinoamericana; dignos y poderosos. No obstante, a esto se suma tener el capital como relación basal y la desigualdad como motor, ser el hijo de la lógica viril más antigua, sostenido en los pilares misóginos por excelencia; propiedad colonizante e individualismo.

En relación a la unión entre patriarcado y capitalismo, el compromiso que se ha logrado es particularmente poderoso, dado que ha hecho de sus pilares los suyos, aprovechándose de los logros más antiguos del patriarcado y generando una suerte de micro-sistema engañoso que vende libertad, honor y felicidad. Sin embargo, por tentadora que parezca la idea, no podemos despolitizar la lucha por la liberación de la mujer, ni tratar de lavarle la cara a una institución ginocida, que nos fragmenta, prostituye y en resumen, nos esclaviza a brindar no sólo trabajo (como bien diría Beauvoir, de segunda clase) pago y no pago, sino también, obreros de producción en masa para la "patria libre" (bendito oxímoron). Motorizándose en el trabajo no pago, y sosteniéndose de la existencia de seres de primera y segunda, se hermana maravillosamente con el sistema de castas sexuales que ya conocemos y así se aprovecha de las diferencias biológicas, históricas y sociales, retomando la desigualdad impuesta se nutre de ella, feminizando la pobreza, recluyendonos en los hogares y en el más moderno de los casos, promoviendo un empoderamiento de glitter, vendiendo confort, comodidad y autosuperación, mientras otra (aún más invisibilizada) hace el trabajo sucio y tú te compras que no estar ahí es lo que has logrado individualmente. En resumen, el capital no funciona sin subordinados, y las mujeres, extranjeras de la historia viril y con la biología como excusa, somos instrumento perfecto para ello. No existe liberación posible dentro de los términos de la desigualdad, por muy adornada que esté tu jaula, part time, sin horas extra y con comisiones desde casa.

Príncipes rojos

Doy razón a su vez en que la caída del capitalismo suena tentadora pero sabe a insuficiencia. Ya nos lo dejó claro nuestra vasta experiencia histórica codo a codo con aquellos viriles pero sensibles boineros³ que ahullan revolución y amor libre: nos engañaron tantas veces que permitirnos otro desliz ya sería auto-humillación. ¿Cuántas veces donamos nuestra fuerza, fuimos paraguas de causas ajenas, y resultamos el último eslabón de la libertad que nunca llegó? ¿Nos suena, o ya nos olvidamos de "Liberté, égalité, fraternité⁴ (pero no para ti, hermana, perdón)"? ¿De Sor Juana Inés? ¿de todas las guerras padecidas? ¿de todas las asesinadas, violadas y enmudecidas por aquellos aliados? 
Y no vengamos con que entonces ellos no son los reales compañeros y que nos tenemos que sentar, princesas, a seguir esperando otra división más entre buenos y malos hombres: la falsa dicotomía de hombres buenos y malos solo les da ventaja a ellos para situarse del lado benefactor y con ello traer otro caballo de troya más en el nombre de las nuevas conquistas. El príncipe azul no existe, mujeres, y viene hora de asumir que el rojo tampoco; el sistema patriarcal no caerá porque ellos agiten más logros cual falos entre sí, sean del color que sean sus banderas. El patriarcado cambia, muta y se renueva como ya ha hecho antes, y es tan antiguo como poderoso, que no nos engañen otra vez sus hijos. 


Ni fu ni fa

No existe liberación bajo el capitalismo cuyo motor es justamente la desigualdad y la competencia sádica, vale.
Tampoco existe liberación asegurada fuera del capitalismo pues porque la misoginia es una fuerza política que va más allá de cualquier otro sistema, vale también.
Finalmente, por si no fuese poco, la izquierda no es más misógina porque no hay más horas en el día, ok.

¿Con qué nos quedamos entonces?
¿Sin capitalismo?
¿Sin varones?

Y hermana, nos quedamos con el ardor de la libertad, con el dolor y la independencia que ello debe conllevar, y con lo raro que se siente en las ideas y en los brazos.
No estoy diciendo nada nuevo cuando me asumo anticapitalista y tener cero confianza en quienes tienen poder sobre mi cuerpo; suena particularmente blasfemo porque, justamente, rechazar varones es sacrilegio más allá que cualquier anticapitalismo y nosotras, mujeres, aún nos sentimos levemente desamparadas de imaginar un verdadero cambio a nuestras manos sin la fuerza de aquellos que han construido este miserable sistema, aún sabiendo que fue a nuestra costa, aún sabiendo que conformamos el cincuenta y un porciento de toda la población humana.
Creo que es aún más complejo cuando nos queremos dibujar en nuestro propio lugar, dígase, en un sistema cómodo para las mujeres; pues estamos tan acostumbradas a vivir inseguras y haciendo malabares para ser aprobadas en cualquier sentido, que imaginarnos no sólo fuera de cualquier opresión sino fuera de la dinámica amo-esclavo es lejana, parece sin piso, sin límites, sin sentido sin guías, sin, sin, sin. Sin embargo, esto no es negativo si vemos en ello la oportunidad: En un sistema patriarcal, nacer mujeres nos condenó de por vida pero nos hizo peligrosas para siempre. Reconocernos ajenas a la humanidad viril es base para re-escribirnos, para tenernos de historia y piso para el futuro, un futuro con rostro de mujer. Una contrainstitución es posible, pero sólo de mano de y entre la mujeridad, que siempre es y será desde los bordes más olvidados que es desde donde se puede romper; feministas, antiracistas y anticapitalistas, contra toda esclavitud.





¹ "El matrimonio es más personal, es otra cosa!"
   "No vas a comparar la salud, que es una idea, con una doctrina de desigualdad como el capitalismo"  
Si piensan que el capitalismo es un monstruo desigual, y que existen instituciones neutrales como salud, o individuales como el matrimonio es que no hemos entendido nada de instituciones, política ni de neutralidad. El neutro en un sistema patriarcal es masculino. Lo individual es político. Prosigamos.
² El sistema patriarcal sobrevivió a diversos sistema político-económicos, no depende pero sí fortalece y renueva a través de ellos. Recomiendo a Margarita Pisano para pensar esta relación filial a profundidad, así como a Shulamith Firestone (con pinzas), quien nos recuerda que las mujeres y las crías fuimos la primera propiedad privada.
³ Recomiendo para interiorizar el sublime personaje a Valerie Solanas con El Manifiesto Scum
⁴ http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1397















 












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