La industria no es feminista
La industria que funciona de base para el intercambio del cuerpo de las mujeres con finalidades sexuales no es una novedad: es milenaria. Lo que resulta novedad hoy es la constante de la prostitucion como temática feminista, una subcultura miserable que se hace glamourosa por la teoría queer. El tema es simple: la prostitución no es un subtema o un negocio industrial más, sino estructura central para lo que teóricas como Sheila Jeffreys llama "industria masculina", porque el sistema patriarcal se ha nutrido durante toda su historia de las relaciones entre los sexos y más específicamente, de las mujeres y su subordinación.
En criollo: el uso del cuerpo de las mujeres son la materia bruta con la cual el hombre pudo construir su civilización. Y cuando refiero al uso del cuerpo me refiero a su obtención... por ejemplo por medio del contrato matrimonial, sellado por los derechos de paternidad o tan crudo como la compra y venta directa de mujeres o el intercambio por medio de la prostitución, trata, alquiler de vientre y con todo esto, la apropiación de las mujeres por parte de los hombres como una política universal.
En resumen: el tráfico rentable de mujeres es el eje del sistema patriarcal. Y que las mujeres lo celebremos ciegas, sólo es un plus para ellos, pues desde tiempos ancestrales se han valido de forzarnos para obtener lo que desean y que lo hagan hoy convenciendo de empoderamiento es sólo un enganche conveniente ante los movimientos liberales y capitalistas en auge.
Comprendiendo esto es fácil dilucidar porque la prostitución no es un tema menor o detalle para la lucha feminista, sino un dominó más de una ancestral columna vertebral de un sistema ginocida.
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