En lo mismo

 O sobre cómo vendimos el feminismo al macho y ahora es funcional sistema patriarcal. 


La fagocitación de parte de los verdugos en los espacios, la organización institucional y partidaria dentro de los movimientos y finalmente la desactivación de las ideologías revolucionarias es un constante en la historia, un arma del poder. Sin embargo, me parece que hay una tendencia a ver esta realidad como una actitud novedosa e ingeniosa del sistema, cuando en realidad, es un pilar central: las herramientas del sistema son infertiles si dejamos de ver (ciegas) el robo intelectual y saqueo originario de la fuerza de las oprimidas. Cuando se absorbe, incluye y modera lo revolucionario, ya no es revolucionario: es agenda, y desde ahí ocurre el veneno: el control de lo pensado, de lo dicho, de lo hecho.

En esta oleada feminista, en este acuerpamiento corto en el cual muchas llevamos no más de seis o siete años, hemos podido ver lentamente como una horda de mujeres enojadas, indignadas y enfurecidas se han vuelto hijas  rebeldes dispuestas a agradecer migajas, calmadas de exigir a la autoridad un cambio de roles en las piezas donde los jugadores son siempre ellos.



Hay que dejar de hacerle berrinche a los machos.

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